Acá están reunidos los retratos que más significado tienen para mí y con los cuales guardo una relación estrecha. Me hacen recordar los rostros de personas a quienes no quiero olvidar nunca. Algunos los he tomado en condiciones complejas que me han exigido creatividad y rapidez, en espacios muy transitados y dinámicos, como el de los vendedores de cachivaches reflejados en un espejo que había sobre un andén. Otros han sido preparados, trabajados junto a personas grandiosas que han realizado el estilismo y en los que he tenido la oportunidad de componer una dirección de arte y una escenografía, como es el caso del de Flor Chavela, que me hace pensar en la pintura de Sandro Botticelli, El nacimiento de Venus.
No creo que un retrato fotográfico, por más aspectos psicológicos que este logre revelar, tenga la capacidad de narrar por completo a una persona. Una fotografía es y será siempre una representación y como mirada subjetiva del mundo tiene cualidades ficcionales fantásticas que permiten siempre una doble mirada: la de quien obtura y la de quien es retratado.






























